Cuando la tormenta estalle sobre nuestras cabezas y de su alarido, prenda en llamas el bosque. Cuando el agua arranque las pesadas rocas de la montaña y amenacen, cual torrente, con arrasar el refugio de nuestra primavera. Te abrazaré tan fuerte que tus latidos beberán de mi aliento, mientras todo el caos emergente se hace añicos y del paisaje soñado, no quede más que un boceto ceniciento de lo que tú y yo un día creamos. Así, con el sopor del acero espectral atravesando el pecho de lado a lado, despertarás de la pesadilla y verás reflejado en mis ojos, la oscuridad del mundo que nos rodea.
Y verás reflejado en mis ojos, la oscuridad del mundo que nos rodea.
Y verás, reflejado en mis ojos, la oscuridad.
Y verás... En mis ojos... Oscuridad.
Verás mis ojos.
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